lunes, 5 de marzo de 2012

Es evidente que la epidemia del consumo de drogas tanto legales como ilegales que nos impacta en la actualidad, ha despertado finalmente un alto índice de conciencia social al respecto. 


 De hecho ha motivado a muchos a opinar acerca de las múltiples causas del fenómeno y a examinar los profundos desajustes sociales que estamos viviendo. 


Aun así es frecuente encontrar la actitud de esperar que alguien o algo nos resuelva este problema que sabemos que puede afectarnos a nosotros directamente o a nuestros hijos o familiares. 

En esta vorágine de señalamientos se nos olvida, a veces, que todos tenemos una responsabilidad social de formar parte de la solución, no solo con palabras, sino con hechos. 


 Cuando revisamos el rango de acción más disponible a todos nosotros, para poder actuar en prevención del consumo de drogas en los niños y jóvenes en formación, es necesario volver una y otra vez a la misma conclusión: 

La familia es la entidad donde debemos comenzar nuestros esfuerzos. 


Sí, con nuestra propia familia, podemos comenzar de inmediato a planificar e implementar acciones concretas que lleven a preparar a todos nuestros hijos para tomar decisiones apropiadas en cuanto a consumo de drogas se refiere.

Es cierto que solo decirles que digan no a las drogas, no es suficiente. 

También es verdad que el no hacer nada, es la peor decisión que podamos tomar como padres. 

Los enfoques modernos en prevención nos indican que la prevención por amenaza o castigo tampoco son efectivos. 


 Nuestros esfuerzos, más bien deben fundarse en el fortalecimiento de los valores y habilidades humanas, la comunicación, la educación, el respeto mutuo y el amor familiar. 
Así como en el establecimiento de normas firmes, pero amorosas. 
La familia es el núcleo social donde se forman nuestros ciudadanos. 
Es el grupo humano donde se transmiten los valores espirituales por medio del ejemplo. 
Por lo tanto es sumamente importante que asumamos nuestra responsabilidad como padres o madres, líderes de familia y equipemos a nuestros hijos con herramientas que les permitan una vida libre de drogas. 
Algunas de las habilidades concretas que es necesario reforzar para resistir la presión de grupos negativos son: 
* Fortalecer la capacidad de tomar decisiones personales. 

* Enseñar a enfrentar los problemas.

* Promover la auto aceptación y autoestima. 


* Fomentar la expresión de sentimientos. 


* Ayudar a que florezca la capacidad de amar. Todas estas habilidades son transmitidas por el ejemplo más que por otros medios. 

De manera que debemos revisar en nosotros mismos estas capacidades y fortalecer las que hagan falta, para luego poder legárselas a nuestros hijos. 


Algunas familias son chicas, otras son mas grandes. En algunas faltan el padre o la madre, pero en todas es posible mejorar, con nuestro esfuerzo, el ambiente familiar. 

El conversar con nuestras familias a través de reuniones especialmente dedicadas a ese fin, es de suma utilidad. Luego de la cena, por ejemplo, podemos reservar 15 minutos para tocar los temas del día o de la semana y fortalecer de esta manera la comunicación. 

Para lograr un ambiente sano en la familia se necesita solo buena voluntad, orientación adecuada y amor entre sus miembros.

Uno de los sentimientos mas transcendentales en la vida de un ser humano, es el que proviene de asumir la responsabilidad de brindar lo mejor de nosotros para el mantenimiento de este ambiente familiar sano, que es clave en lograr para nuestros hijos la posibilidad de una vida libre de drogas.

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